“Si la única herramienta que tienes es un martillo, tenderás a tratar a todo el mundo como si fuese un clavo” Abraham Maslow
En una ocasión, hablando con un directivo, me dijo que en su compañía no eran creativos, que creativos son los artistas. Todavía el término creatividad se suele asociar al mundo bohemio de Toulause Lautrec.
Una mentalidad muy común entre los puestos de responsabilidad empresarial es “copia lo que funciona”. De alguna manera predispone cierta garantía de éxito. Sin embargo, cuando ya tenemos una base garantizada, existe un gran riesgo en seguir copiando: el riesgo de no crecer, de quedarse detrás, de no explorar todo el potencial, de que otras compañías valientes con un espíritu emprendedor, que se crecen con los retos, se vayan posicionando por delante.
A día de hoy, las perspectivas son muy positivas. Cada vez son más los directivos que valoran la creatividad por encima de otras competencias, según nos dice los estudios de State of Create.
Si todo lo que nos rodea ha estado antes en la imaginación de alguien, por qué nos cuesta creer que el ser humano es creativo por naturaleza, que nuestra imaginación tiene un poder ilimitado ¿Qué pensáis que ha hecho, según Harari, que nuestra especie Homo Sapiens conquistase el mundo? Nuestra capacidad de inventar historias y aunar a cientos y miles de personas en la misma causa. las religiones, las naciones, las sociedades anónimas, sólo existen en la imaginación de los humanos.
La capacidad de invención nos ha hecho humanos, y está tan intrínsecamente arraigado en nuestra naturaleza que, al igual que es terapéutico realizar caminatas al aire libre rodeado de árboles o del sonido del mar, también lo es invertir parte de nuestro tiempo en conectar con nuestra creatividad..
En las empresas, apostar por la innovación significa definir el modelo de liderazgo para modelar las dinámicas, valores y conductas necesarias para ello, que incluiría:
- Crear un ecosistema donde pueda crecer el talento, en el que se le otorga importancia a la divergencia cognitiva y a valores como la tolerancia y el respeto. Indispensables para que cada uno pueda, libremente, expresar sus ideas. Lo creativo nace de la fuerza del disfrute y de la confianza, no de la obligación ni de la presión permanente. Se crean espacios de intercambios de ideas porque se entiende que la innovación es colectiva. Como dijo Steve Jobs «la innovación no es cuestión de dinero, es cuestión de personas»
- Favorecer el autoliderazgo. Una empresa fuerte está formada por una comunidad de personas que se autolideran a sí mismas: son resolutivas, tienen un espíritu crítico y toman la iniciativa.
- Se valoran los conocimientos multidisciplinares. Como dice Michael Simmons en su artículo «El mito de los expertos generalistas»: “aprender a través de múltiples campos proporciona una ventaja de información (y por lo tanto una ventaja de innovación) porque la mayoría de las personas se centran en un solo campo. Cada campo nuevo que aprendemos, y que es desconocido para los demás de nuestro campo, nos da la capacidad de hacer combinaciones que ellos no pueden hacer”. La conclusión de Michael Simmons sobre por qué Elon Musk ha podido crear cuatro empresas de varios miles de millones a sus 40 años en cuatro campos diferentes (software, energía, transporte y aeroespacial) es el hecho de ser un experto generalista.
- Se opta por la transferencia de aprendizaje y conectar cosas en principio dispares. Es decir, tomar lo que aprendemos en un contexto y aplicarlo en otro. Por ejemplo, en mi caso extrapolo mis conocimientos sobre historia evolutiva para entender y darle consistencia a mi teoría sobre la necesidad de innovar en el tipo de liderazgo actual.
- Contrastar información y razonar de manera disruptiva. Si observamos muchos casos diferentes cuando aprendemos algo, podemos deducir lo que es esencial y elaborar nuestras propias combinaciones únicas. Si Picasso pudo romper con lo establecido y dar origen al Cubismo, fue gracias a su dominio de la técnica clásica y su curiosidad devoradora de estilos.
- Se glorifica el fracaso. La innovación toma riesgos y aprende de los errores. Para todos los grandes innovadores, el fracaso es cotidianiadad. Thomas Alba Edison hizo más de mil intentos seguidos antes de inventar la bombilla. Los hermanos Wright, los pioneros de la aviación, se estrellaron 163 veces antes de su primer vuelo. Como dijo Neil Young durante una conferencia en el Festival de Cine de Slamdance: “ Aseguraos de darle siempre la bienvenida al fracaso. Decid siempre: Fracaso, encantado de tenerte, ven. Porque así no tendréis ningún temor. Y si no tenéis miedo y creéis en vosotros mismos y os escucháis a vosotros mismos, sois los números uno. Todo lo demás está detrás de vosotros, vuestro nombre está por encima. Es vuestra vida, vuestra película. A la mierda con todo lo demás”. Henry Ford contrataba a personas que tenían la infinita capacidad de no saber lo que no se puede hacer.
- Se practica el reconocimiento. El reconocimiento es una muestra de gratitud a la contribución que se hace al bien común y de la marca. Es tener en cuenta el tiempo, la dedicación y el valor añadido que se aporta a la compañía. Es una manera de decir «nos importa vuestra contribución, la valoramos y la compensamos de alguna manera». Como decía Antonio Machado “Todo lo que se ignora se desprecia”. Si al talento no se le valora, éste iniciará su marcha a la competencia.
A nivel personal, despertar el genio creativo tiene los siguientes beneficios:
- Aumenta nuestra autoestima. Conectar con nuestros talentos y habilidades más personales y darles forma, nos hace sentir más capaces, mejora la concepción que tenemos de nosotros mismos.
- Es un antidepresivo natural y combate el estrés. Es una manera muy saludable de tener la mente ocupada realizando una actividad que nos gusta y nos reta a buscar soluciones.
- Somos más resolutivos. Cuando confías en tu potencial, los noes se convierten en retos y los problemas en soluciones a descubrir.
- Rompe con la rutina y nos abrimos al cambio siendo más adaptativos. En la rutina no se crece, se repite lo que ya se sabe. Al abrirnos a lo desconocido, descubrimos nuestra fuerza interior y desarrollamos nuevas habilidades y destrezas.
- Nos hace felizmente productivos. Albert Einstein decía que tocando el violín era cuando se sentía más feliz. Eloy Pardo, director general de la banca March escribió en su libro autobiográfico “Cambio de rumbo” que tocar la guitarra en un grupo de rock le ayudó a ser mejor banquero porque trasladaba los valores del grupo al terreno laboral.
Como dice Nasdaq- el mercado de valores norteamericano- el 75% de las empresas no existían hace 10 años y los empleos del futuro ya no están claros. Por eso, la especialización por sí solo ya no sirve. Hacen falta perfiles transversales. En este sentido, el periodista Andrés Oppenheimer en su libro “Crear o morir” cuenta como quedó maravillado de los perfiles multidisciplinares de Silicon Valley, donde las humanidades y las ciencias técnicas van de la mano.
Richard Gerver lo tiene muy claro “Las sociedades futuras demanda ser creativo, emprendedor, crítico, competentes con las tic, autónomo, con altas dotes sociales”.
Si no innovamos nos retrasamos. Cuando hacemos que las ideas se materialicen en nuevos proyectos, estamos contribuyendo a hacer a la marca más competitiva e invencible.
Todos queremos contribuir a una economía sostenible, a ser más felizmente productivos y a posicionarnos en los mejores rankings, ¿entonces, por qué no empezamos a hacer del mundo de las ideas llevadas a la acción uno de los fundamentos motores de la política de nuestra empresa? Como dijo Victor Hugo: «En el mundo no hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su momento»
Sara Molina Rojas